El desarrollo auditivo se va adquiriendo de forma gradual según la etapa en la que se encuentren los niños de educación infantil, ya que conforme van creciendo su percepción auditiva va evolucionando. Esta percepción funciona mediante una jerarquía auditiva que se divide en dos grupos a la hora de asimilar la música: los patrones tonales y los patrones rítmicos. Es decir, se percibe la melodía y las voces, y la composición musical y el ritmo.
La percepción musical se fomenta a través del aprendizaje progresivo de las habilidades de memorización, discriminación y organización de los elementos musicales, empezando por las cualidades del sonido. Sin embargo, también entra en este proceso la asimilación psicológica, por lo que claramente la audición se va a desarrollar paulatinamente en el tiempo según las etapas madurativas en la que se encuentren los niños y si tienen o no tienen predisposición genética para la música, para potenciar de esta manera la educación musical.
Hay múltiples modos de educar al oído para aprender las cualidades del sonido y llegar a estructuras musicales más complejas, entre ellas, hemos escogido el musicograma.
El musicograma es una alternativa didáctica que favorece la adquisición de los elementos esenciales de una obra mediante la presencia de esquemas visuales e ilustraciones. Este instrumento permite la escucha de canciones sin la necesidad de tener conocimientos musicales, por lo que en edades tempranas, es considerado como recurso eficaz y fructífero para iniciar al alumnado en la identificación de los sonidos de las piezas musicales que están siendo representadas por imágenes.
Hemos realizado nuestro propio musicograma para enseñaros una muestra para desarrollar el oído. Hemos escogido “El aprendiz de brujo” que es un poema sinfónico del compositor francés Paul Dukas compuesto en 1897. “L'Apprenti sorcier” está basado en la balada homónima “Der Zauberlehrling” de Johann Wolfgang Von Goethe.
“El aprendiz de brujo nos cuenta la historia de un joven aspirante a brujo que aprovecha la ausencia de su maestro para aligerar el trabajo que éste le ha encomendado. Consigue hechizar a una escoba para que le ayude a cargar agua, labor que le ha encargado el brujo, pero el hechizo se descontrola y el pequeño aprendiz no consigue dar con las palabras mágicas para detenerlo. Nervioso, parte la escoba en dos, pero entonces cada parte de la escoba se desarrolla en una escoba completa y el acarreo de agua se duplica. Cuando la desesperación del aprendiz está llegando al límite, aparece el maestro que con unas palabras arregla la situación.”
Adjuntamos nuestro vídeo personal, ¡disfruten!